> la autora
May Herman
· Psicóloga Clínica. Licenciada en Bellas Artes.
· Reside en Málaga.
Pertenece a los colectivos:
Observatorio Cultural Feminista «O.C.F»
y Mujeres en las Artes Visuales «M.A.V»
“Ante un lienzo en blanco, en mi opinión, la tarea de pintar se presenta complicada pese al carácter supuestamente fluyente del acto de crear. Más complicado aún me resulta la tarea de expresar con palabras lo anterior. Pero lo intento.
Creo que la expresión plástica, en ausencia de ideas muy definidas, no se convierte en un inconveniente sino más bien lo contrario al favorecer que se dé cierto equilibrio entre las emociones, los deseos y pensamientos frente al desafío, insisto, que una tela virgen puede generar.”
Poética de la fragilidad
May Herman es una jardinera de naturalezas de la fragilidad. Sensible y con la maestría de la taxidermia botánica, les devuelve a las flores la vida en un armónico ecosistema plástico y sensorial. Corolas, gineceos, filamentos, arterias, haikus dactilares del organismo de las flores y su cromatismo. Una danza epidérmica, sutilmente sujeta a la urdimbre del dibujo, y en otros estanques de atmósferas, definidas por la abstracción lírica de sus tonos, poliniza sus texturas y transparencias con ingrávida delicadeza pictórica que emana un silencio zen. En sus paisajes se zambullen los pigmentos en un éter iridiscente, y del sosiego nace un pétalo, una garza, una emoción. El baile de la luz de la brisa con el limbo de las hojas.
O´Keefe, Monet. May Herman. La esencia de un instante, en el que cada color tiene sus estambres, su mariposa y su calma.
Guillermo Busutil
La flor y el vestigio
…En May Herman se manifiesta la feminidad del gesto, ese cuidado en no revelar del todo lo que aún duerme, la atención hacia aspectos que pueden sugerir ternura o pureza, energía creadora. Delicadeza, con lo que es sensible al tacto. Lo que no ha de tocarse se presta solo al alcance de la mirada, acompasada por las pinceladas en la suave reverberación de las ondas, en el flujo líquido de una carnosidad vegetal. A veces sucede en el cuadro como en la huidiza onda que la hoja provoca en su caída en el estanque quieto, sometida su transparencia a la luz. No es la pureza del tono altivo y sonoro, contrastado. Como en Monet, es armónico, un rumor que persiste tras la bruma desvaída, una luz que nos llega en la niebla de lo fugaz.
May Herman. Semiótica del papel.
…sus composiciones no necesitan de palabras para expresarse. El método de trabajo delata que es el proceso creativo el que va marcando las pautas. La autora trabaja sin planteamientos previos, armando formas en el devenir de la propia labor. Los encuentros con el material resultan elocuentes y decisivos en el proceso. Herman se deja seducir, guarda y mima cada lámina, cada retazo, cualquier fragmento. Recorta, reutiliza, rasga, pega, encara, superpone, trenza y teje —utiliza también telas y encajes— las diferentes calidades, procedencias —reutiliza grabados y plásticos—, texturas, tonos, densidades, transparencias y resistencias. Como la directora de orquesta o la coreógrafa conoce y respeta las naturalezas singulares, las hace brillar y deja que sus potencialidades afloren, para luego incitarlas a dialogar. Entonces ocurre la magia de la poética de sus mundos de papel.
Espíritu de sutileza
En un célebre pasaje de sus Pensamientos, Blaise Pascal diferencia entre el espíritu de geometría y el espíritu de sutileza, afirmando que “el juicio pertenece al sentimiento como las ciencias pertenecen a la inteligencia. La sutileza es la parte del juicio; la geometría la de la inteligencia”.
Esa distinción de Pascal que, para algunos, establece el fundamento moderno de la inteligencia emocional, no divide al espíritu humano en dos categorías pues, a menudo y es lo más frecuente, lo geométrico y lo sutil coexisten en una misma persona. Pero no es infrecuente que uno prime sobre lo otro y se destaque con fuerza y determinación de carácter.
Esto último es lo que destila, como gotas de resina de su creatividad, la pintura de May Herman. Sutileza es, artísticamente hablando, delicadeza, elegancia, finura (finesse es el término utilizado por Pascal). Todos esos significados convienen a la obra de nuestra pintora.
Andamiajes
No están tan lejos Umberto Eco y Wladyslaw Tatarkiewicz en su concepción de la obra artística. Para el primero “la obra de arte sólo existe en su interpretación, en la apertura de los múltiples significados que pueden tener para el espectador”. Para el segundo, “la belleza no es una cualidad del objeto ni una reacción del sujeto, sino la relación del objeto con el sujeto”. Les compro la idea: como sucede en todas las artes, la Belleza no es algo que está, es algo que se produce, algo que acontece.
No hay belleza identificable como un valor en sí mismo; la belleza es una chispa, un arco voltaico que salta entre el espectador y la obra. El arte es en la medida en que se produce. Eso quiere decir que el arte, la belleza, es cosa de dos, del artista-de su obra- y del espectador.
Para que salte esa chispa ante los cuadros de May Herman solo se requieren unos instantes de quietud frente a ellos, a ser posible en soledad y en silencio, porque lo que en su génesis pudo ser un grito desgarrado, la artista lo devuelve en forma de susurro meditado, de pasión contenida, velada, profunda.